
Como música viajera por excelencia que es, el jazz recoge un número interminable de historias vinculadas a giras y conciertos internacionales, muchas de las cuales han permanecido para siempre en el recuerdo de músicos y aficionados. Una de esas historias aconteció en el año 1961, y tuvo por protagonista a una de las bandas emblemáticas del jazz moderno: los simpar Jazz Messengers de Art Blakey y su inolvidable paso por Japón.
Coincidiendo con el año nuevo, Blakey y sus Messengers aterrizaron en Japón para una gira durante la que estarían acompañados por el cantante Bill Henderson, gira que se inició el 2 de enero del 61 en el Sankei Hall de Tokyo. Previamente, el grupo, con Lee Morgan, Wayne Shorter, Bobby Timmons, Jaymie Merritt y Blakey, acompañado por su mujer, fue objeto de un recibimiento entusiasta en el aeropuerto, sólo comparable al de verdaderas estrellas de cine o del pop. Blakey recordaba aquellos momentos: “La música del grupo sonaba en la megafonía del aeropuerto, y aunque en aquel vuelo también viajaban Edward G. Robinson y Shirley McLane, aquellos cientos de personas estaban allí por nosotros. Había un montón de flores en nuestro honor e incluso querían que yo diera un discurso, pero fui incapaz; me puse a llorar.”
La organización de la gira correspondió a la Art Friends Association, un colectivo de intercambio cultural reconocido por el gobierno japonés que realizó una encuesta entre los aficionados nipones la cual dejó a las claras que los Messengers eran, con diferencia, el grupo de jazz más apreciado en aquel país, y sus discos ocupaban los primeros lugares en ventas en las listas locales. Blakey alucinaba con el conocimiento de aquellas gentes sobre su música: “Se sabían de memoria nuestros discos e incluso prepararon efectos de luz durante los conciertos que se ajustaban perfectamente al ambiente de cada tema”.
Durante los bolos de Tokyo, Osaka, Nagoya y Kobe, miles de personas abarrotaron los teatros, jaleando literalmente cada nota con entusiasmo. Un recuerdo imposible de olvidar para Blakey y los suyos, que continuaron recibiendo multitud de atenciones durante todo el tiempo que permanecieron en territorio nipón; de nuevo recuerda Blakey: “En las tiendas de ropa había expuestos trajes publicitados como los usados por Lee Morgan o Wayne Shorter, y cuando hicimos las maletas de regreso habíamos reunido más de 5000 dólares en regalos, incluidos trajes muy caros y un kimono para mi mujer, además de una filmación de una hora sobre la gira. Nuestro manager Monte Kay quiso pagar todo aquello, pero cuando lo intentó parecieron ofenderse mucho: todo aquello eran regalos, expresión de admiración y cariño”.
Durante los inolvidables días de aquella gira, los Messengers confraternizaron y compartieron parada y fonda con sus agradecidos fans japoneses: degustaron su gastronomía, comprobaron lo complicado de su lengua y también escucharon su música tradicional, que encontraron fascinante pero difícil de entender. Pudieron además verificar que los jazzmen japoneses poseían un muy buen nivel y, como es proverbial en su pueblo, eran capaces de emular a la perfección el jazz original americano sobre un escenario.
De vuelta ya a los Estados Unidos, Blakey se mostró conmovido por la breve pero inolvidable experiencia japonesa: “Hemos viajado a muchos países, pero nunca habíamos partido de ninguno con lágrimas en los ojos, salvo de Japón. Mi mujer se pasó llorando hasta Hawai… Creo que fue la primera vez que tanto yo como el grupo nos sentimos realmente apreciados, y, personalmente, experimenté lo que es ser verdaderamente libre.”